¿Un paseo por Avilés? lo que hay que ver

Posted by on 15 jun, 2014 in Blog | Comentarios desactivados

¿Un paseo por Avilés? lo que hay que ver

Si te esca­pas a Astu­rias, Avi­lés es sin duda visita obli­gada. Su casco his­tó­rico está con­si­de­rado el mejor con­ser­vado del Prin­ci­pado y el van­guar­dista Cen­tro Cul­tu­ral Oscar Nie­me­yer, la única obra en España del famoso arqui­tecto bra­si­leño, es valo­rada inter­na­cio­nal­mente. En este post reco­rre­mos a pie la ciu­dad y visi­ta­mos en un ameno paseo algu­nos de sus rin­co­nes más bonitos.

Vamos a comen­zar el reco­rrido a las puer­tas de nues­tro res­tau­rante La Dár­sena. Ape­nas debe­mos cami­nar ochenta metros para lle­gar a la escul­tu­ral pasa­rela que salva la calle y la vía férrea y nos sitúa en el colo­rido puente que cruza la ría para acce­der al cen­tro Nie­me­yer. El pro­pio crea­dor de este com­plejo, uno de los genios de la arqui­tec­tura mun­dial, des­cri­bió el cen­tro que lleva su nom­bre como «una plaza abierta a todo el mundo, un lugar para la edu­ca­ción, la cul­tura y la paz» Oscar Nie­me­yer, pre­mio Prin­cipe de Astu­rias de las Artes en 1989, regaló el diseño del com­plejo a la ciu­dad en 2006, ese mismo año comen­za­ron las obras de su cons­truc­ción que fue­ron visi­ta­das, entre otros, por el actor Brat Pitt, gran apa­sio­nado de la arqui­tec­tura y admi­ra­dor del arqui­tecto bra­si­leño. El cen­tro se inau­guró en 2011 con un mul­ti­tu­di­na­rio con­cierto pro­ta­go­ni­zado por el cineasta neo­yor­quino Woody Allen (tam­bién Pre­mio Prín­cipe de Astu­rias) con su con­junto “The New Orleans Jazz Band”. Oscar Nie­me­yer no llegó a cono­cer en per­sona su obra astu­riana al falle­cer en 2012 a los 104 años de edad.

La belleza del espa­cio pro­yec­tado por el genio de la arqui­tec­tura no deja a nadie indi­fe­rente. El audi­to­rio, la cúpula, la torre cir­cu­lar y el edi­fi­cio mul­ti­dis­ci­pli­nar con­for­man un con­junto armó­nico en el que se mane­jan magis­tral­mente los espa­cios y son pro­ta­go­nis­tas las cur­vas suaves.

 

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Avilés. La torre del centro Niemeyer y vista general del complejo desde el puerto deportivo

 

Desde la expla­nada del Cen­tro Nie­me­yer se tie­nen unas estu­pen­das vis­tas de la ciu­dad, espe­cial­mente de la ría, con su puerto depor­tivo y la monu­men­tal –y pun­tia­guda– escul­tura “Avi­lés”, obra de Ben­ja­mín Menén­dez. Pre­ci­sa­mente cru­za­re­mos el pon­tón que conecta el cen­tro cul­tu­ral con el puerto depor­tivo para regre­sar al cen­tro de la ciudad.

Frente a noso­tros el Par­que del Mue­lle, cons­truido a fina­les del siglo XIX en terre­nos de marisma gana­dos a la ría. Pre­side el par­que la esta­tua del insigne marino Pedro Menén­dez de Avi­lés, con­quis­ta­dor y pri­mer ade­lan­tado de La Flo­rida donde fundó la ciu­dad de San Agus­tín, el asen­ta­miento colo­nial más anti­guo de los Esta­dos Uni­dos de Amé­rica. La actual ciu­dad de St. Augus­tine está her­ma­nada con Avi­lés y ambas loca­li­da­des man­tie­nen una estre­cha rela­ción uni­das por su His­to­ria común.

 

Parque del Muelle y estatua de Pedro Menéndez de Avilés, conquistador de La Florida.

 

Toma­mos la calle Carreño Miranda, que lleva el nom­bre de otro ilus­tre avi­le­sino pin­tor de la corte de Felipe IV y Car­los II para entrar en el mari­nero barrio de Sabugo, en otro tiempo pue­blo de pes­ca­do­res inde­pen­diente, apar­tado de la villa pero hoy inte­grado en la urbe cen­tral y parte de su casco his­tó­rico. El epi­cen­tro del barrio es la plaza del Car­bayo, en ella la igle­sia de Santo Tomas de Can­tor­bery, popu­lar­mente cono­cida como “igle­sia vieja de Sabugo”, cuya cons­truc­ción se inició a fina­les del siglo XII y no se fina­lizó hasta avan­zado el XIII. Con­serva bien su estruc­tura ori­gi­nal, mez­cla de esti­los romá­nico y tar­do­ro­má­nico. Como curio­si­dad, en un late­ral veréis el banco y la mesa de pie­dra, donde en su día se reunía el gre­mio los mareantes.

En la misma plaza toma­mos la estre­cha calle de Ban­ces Can­damo (dedi­cada al escri­tor y dra­ma­turgo avi­le­sino del Siglo de Oro) y des­cen­de­mos hasta su final (ape­nas ciento cin­cuenta metros) que entronca con la calle de Pedro Menén­dez. A nues­tra dere­cha la “igle­sia nueva de Sabugo” con­sa­grada en 1903 y a la izquierda la plaza de Pedro Ménen­dez con su fuente. Nos diri­gi­mos a ella y gira­mos a la dere­cha por la misma acera de la parada de Taxi para topar­nos con una de las entra­das a la plaza de los Her­ma­nos Orbón en cuyo inte­rior se ubica el mer­cado de abastos.

 

Avilés. Barrio de Sabugo, antiguo pueblo pesquero extramuros

 

Fue­ron los Reyes Cató­li­cos quie­nes con­ce­die­ron a Avi­lés, en 1479, la cele­bra­ción sema­nal de un mer­cado franco y desde enton­ces se cele­bra todos los lunes del año. Pero en las ins­ta­la­cio­nes cubier­tas los esta­ble­ci­mien­tos dedi­ca­dos a la ali­men­ta­ción están abier­tos todos los días labo­ra­bles con un hora­rio amplio. Merece la pena visi­tarlo y con­tem­plar la gran cali­dad de los pro­duc­tos que se ven­den, espe­cial­mente el pes­cado fresco, pro­ce­dente de la rula local, pero tam­bién la carne astu­riana y los pro­duc­tos de la huerta de las loca­li­da­des cercanas.

Sali­mos del mer­cado por el mismo acceso que entra­mos (el que da al par­que de El Mue­lle) y segui­mos en direc­ción al pala­cio de Cam­po­sa­grado fácil­mente loca­li­za­ble pues su fachada pos­te­rior da al mismo par­que. Cru­za­mos la calle de La Mura­lla que nos recuerda con su nom­bre el ori­gen amu­ra­llado de la villa de Avi­lés, de hecho justo en este lugar estaba el puente que cru­zaba la desem­bo­ca­dura del río Tuluergo (hoy cana­li­zado sub­te­rrá­nea­mente) para conec­tar el viejo barrio de Sabugo, a extra­mu­ros, con la villa amu­ra­llada. Para ver la fachada prin­ci­pal del pala­cio debe­mos cami­nar desde su late­ral hacia la plaza de Cam­po­sa­grado. El pala­cio es el mejor ejem­plo del estilo barroco en Astu­rias. Actual­mente alberga la Escuela Supe­rior de Arte del Prin­ci­pado de Asturias.

 

Avilés. Iglesia de los Padres Franciscanos y calle de La Ferrería

 

Un estre­cho pasaje nos lleva a la igle­sia de los Padres Fran­cis­ca­nos. Cons­truida en el siglo XII, de estilo romá­nico. En su inte­rior se hallan los res­tos del Ade­lan­tado Pedro Menén­dez. Men­ción espe­cial merece la pequeña capi­lla de Los Alas, anexa a su late­ral izquierdo, en el espa­cio que siglos atrás ocu­paba el cemen­te­rio de la Villa, entre el tem­plo y la mura­lla defen­siva derruida entre 1819–1821.

Frente a la igle­sia, en un edi­fi­cio de moderna fac­tura pero bien inte­grado en el entorno encon­tra­mos el Museo de la His­to­ria Urbana de Avi­lés, de reco­men­da­ble visita. Esta­mos en la plaza de Car­los Lobo y segui­mos por la calle de La Ferre­ría en direc­ción al Ayun­ta­miento, que se encuen­tra a menos de dos­cien­tos metros. A mitad de camino , haciendo esquina con la calle del Sol, está la casa de Val­de­car­zana cons­truida en el siglo XIV, uno de los esca­sos ejem­plos de edi­fi­ca­ción civil medie­val que han lle­gado a nues­tros días en Astu­rias, si bien solo se con­serva de la cons­truc­ción ori­gi­nal la fachada principal.

 

Avilés. La Plaza de España y el Palacio de Ferrera, hoy hotel.

 

En la plaza de España, cono­cida como “El Par­che”, vemos el con­sis­to­rio muni­ci­pal, edi­fi­cio cons­truido en el siglo XVII por el arqui­tecto Juan de Estrada. Desde la misma plaza, en un vis­tazo vere­mos la casa-palacio de García-Pumarino de la misma época y estilo simi­lar y frente al ayun­ta­miento el impo­nente y sobrio pala­cio de Ferrera, de estilo barroco, edi­fi­cado a media­dos del siglo XVII  por orden del mar­qués, siguiendo los pla­nos del arqui­tecto muni­ci­pal Bar­to­lomé Velasco.

En el late­ral del pala­cio te lla­mará la aten­ción la fuente de los caños de San Fran­cisco y la igle­sia de San Nico­lás de Bari, anti­guo con­vento extra­mu­ros levan­tado en el siglo XIII. Intere­sante el claus­tro, en torno al cual se dis­tri­buían las dis­tin­tas depen­den­cias con­ven­tua­les que hoy están ocu­pa­das por un cole­gio reli­gioso. En la plaza de Álva­rez Ace­val, donde nos encon­tra­mos, des­taca tam­bién la artís­tica fachada neo­clá­sica de la Escuela de Artes y Ofi­cios y el pala­cete de los Bal­sera, de prin­ci­pios del siglo XX, actual sede del con­ser­va­to­rio de música Julián Orbón.

 

Avilés. Calle San Francisco y Calle Galiana con sus casas soportaladas y mansiones indianas.

 

De la plaza parte la pin­to­resca calle Galiana, ejem­plo de arqui­tec­tura popu­lar e indiana, de un lado casas sopor­ta­la­das, del otro man­sio­nes. Curioso el piso de los sopor­ta­les, mitad empe­drado y mitad enlo­sado. Ello tiene una expli­ca­ción: la mitad empe­drada con can­tos roda­dos se empleaba para subir con ani­ma­les de herra­dura o en madre­ñas, y la otra mitad para cami­nar con cal­zado normal.

Subimos la calle Galiana hasta lle­gar al anti­guo barrio del Car­ba­yedo, en cuya plaza antaño se cele­braba el mer­cado sema­nal de gana­dos y hoy es un con­cu­rrido lugar de ocio pre­si­dido por un hórreo tra­di­cio­nal que ha sobre­vi­vido al paso del tiempo, cosa poco habi­tual en un entorno neta­mente urbano.

 

Avilés. El concurrido y cuidado Parque de Ferrera sorprende a los turistas por su belleza.

 

Desde el enlace entre la calle de Galiana y el barrio del Car­ba­yedo acce­de­mos a uno de los espa­cios  más que­ri­dos por los avi­le­si­nos y siem­pre un des­cu­bri­miento espe­cial para los visi­tan­tes, el par­que de Ferrera, que con sus casi 81.000 metros cua­dra­dos es un autén­tico pul­món  verde en el cen­tro de la ciu­dad. De estilo inglés era la finca pri­vada de los mar­que­ses de Ferrera, de hecho se conoce tam­bién como “par­que de la mar­quesa”. Entre árbo­les y arbus­tos de diver­sas pro­ce­den­cias, algu­nos cen­te­na­rios, y en un entorno car­gado de encanto, la gente se cita en el par­que para con­ver­sar, prac­ti­car run­ning, pasear con los peques… La joya del par­que es el jar­dín fran­cés, situado justo a la tra­sera del pala­cio. Allí encon­tra­mos cui­da­dos rosa­les y par­te­rres de tem­po­rada. El par­que con­serva los dos árbo­les más vie­jos de toda la comarca, un tejo de más de 400 años (ya se encon­traba en la finca antes de que se levan­tara el pala­cio) y un haya, tam­bién cono­cido como el “árbol de la mar­quesa”, dicen que plan­tado por ella hace tres siglos.

 

Avilés. La pequeña capilla de San Pedro y los caños de Rivero, en la calle del mismo nombre que nos lleva desde el Parque al Ayuntamiento

 

Cru­zando el par­que, sali­mos de él por la puerta que da a la calle Rivero, la cual toma­mos a la izquierda en direc­ción al ayun­ta­miento. Los caños de Rivero, que sumi­nis­tra­ban agua pota­ble a esta parte de la ciu­dad, y la capi­lla de San Pedro for­man una estampa irre­sis­ti­ble para las cáma­ras foto­grá­fi­cas. La calle de Rivero, sopor­ta­lada como otras del casco his­tó­rico avi­le­sino (hoy como ayer cosa muy prác­tica cuando llueve) nos lleva de nuevo a la Plaza de España, pero en lugar de vol­ver por la calle de La Ferre­ría, lo hare­mos por la calle Ruiz Gómez, echando un vis­tazo a la fachada del tea­tro Pala­cio Val­dés, en la calle del mismo nom­bre, y a la anti­gua cár­cel, hoy ofi­cina muni­ci­pal de turismo.

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Y vol­ve­mos a estar de vuelta en la plaza del Pes­cado, a la vera del res­tau­rante La Dár­sena. Hemos hecho un reco­rrido estu­pendo ideal par una mañana o tarde. Espe­ra­mos que os resulte de uti­li­dad; nos vemos en Avilés.

 

Mapa recorrido turístico por el Centro Niemeyer y el casco histórico de Avilés

Pin­cha sobre el mapa si quie­res ver en deta­lle el reco­rrido por Avi­lés (Goo­gle Maps).

 

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